9 de junio de 2013

Privilegio de poder elegir tus batallas

Elige tus batallas. No todo merece que reacciones.
En los últimos años no hago más que escuchar la misma cantinela: "No se puede luchar contra todas las injusticias", "hay que elegir tus batallas con cuidado", "es preferible centrarse en un tema y luchar por ese", "querer arreglar todo es demasiado duro", "hay que empezar por lo más importante", "hay que empezar por lo que la sociedad está preparada para cambiar"… Es decir, una constante invitación a dejar de luchar en batallas que mi interlocutore considera poco importantes, perdidas, imposibles o innecesarias. Y bajo ello cada vez una acusación que apunta en la misma dirección "si estás tan mal/si te pasan esas cosas/si recibes tantos palos es porque no eliges de forma inteligente". En general, como toda la gente con la que me relaciono es activista en algún tema, esta acusación por supuesto va unida al "yo es que elijo mis batallas". Una declaración de poder destinada sin duda a ponerme en mi sitio: debajo de elles.

Y es cierto, tal vez estoy debajo de elles, pero no necesariamente por el motivo que ven. No necesariamente porque decida luchar contra lo que entienden como causas perdidas. No porque nunca tenga la inteligencia para analizar el "extremismo" de mis posiciones o lo difícil de mis tareas. Sino porque tal y como lo veo la mayor parte del tiempo no tengo el privilegio de elegir las batallas en las que me encuentro.

Poder elegir qué causas son importantes para defender y qué causas pueden ser aparcadas o abandonadas para que otres las luchen, es en efecto un privilegio que a menudo no se tiene cuando su falta hace que seas tú ele que necesita un cambio. Cuando la necesidad de cambio viene desde dentro y desde abajo. Hablar desde una posición feminista cuando se es leíde como mujer lo provoca la necesidad, no el lujo de querer "parecer abierto", como evidentemente es la motivación que lleva a muchos de esos hombres cisgénero que creen que el feminismo es "luchar por los derechos de las mujeres", a afirmar posiciones que abogan por la pérdida (parcial) de su posición en lo alto de la jerarquía. Levantarse contra las agresiones motivadas por el cisexismo es algo que una mujer trans* hace no por decisión propia, sino como consecuencia de vivir en su carne de forma constante la falta de privilegios que eses otres que "no eligen esa batalla" tienen. La carencia del privilegio que supone tener derechos como trabajadore protegidos por la ley es algo que ele trabajadore sexual no puedes aparcar después de no haber recibido el dinero acordado tras realizar su servicio, por mucho que en sus prioridades no esté hacer activismo. Y un largo etcétera.

Escuchar esto de forma tan insistente solo me dice que la gente tiene muchos privilegios de los que no es consciente, muy poca capacidad de análisis de sus propias posiciones en las jerarquías de poder y sobre todo muy poca solidaridad en los temas que (creen que) no les afectan personalmente.


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