24 de abril de 2013

¿Qué cantidad de dinero es una bagatela?


60 coronas danesas, unos 8 euros. En una sociedad como la danesa en la que la mayoría tiene acceso fácil al dinero, es una cantidad insignificante. Es lo mismo que cuesta tomarse dos cervezas en un bar o comer un menú en un fast food. Pero, aunque no sea visible para quien desea estar ciegue, no todes pueden pagarse esas dos cervezas o esa hamburguesa con patatas. No todes pueden reunir el dinero el mes siguiente con la nueva nómina. No todes tienen trabajo o acceso a servicios sociales que les ayuden económicamente. No todes tienen una cuenta en el banco o dinero contante en el bolsillo. Elegir estar ciegue ante la importancia real de esas 60 coronas entendidas como nimias es problemático en cualquier situación, pero elegir estarlo y al mismo tiempo decir que se hace desde una posición queer es ridículo, trágico, insultante y una muestra más de aquello que mencionaba en esta entrada anterior sobre los dos niveles de queers.

Veo un anuncio de un grupo de terapia que especifica ser gratuito y que además explica el motivo: muchas personas queers no tienen los medios económicos para poder pagar por terapia y al mismo tiempo esa terapia es, según la explicación, algo muy necesario en la dura vida de una gran cantidad de queers. Viendo una oportunidad para acceder a algo que no me puedo permitir y leyendo el resto de la descripción (grupo inclusivo, para mujeres cis y personas trans* de cualquier orientación sexual, con una perspectiva queer), decido que le puedo dar una oportunidad y me apunto.

Comienza el grupo y de repente, una vez allí, ya no es gratuito, hay que pagar 20 coronas (como 3 euros) para el café y snacks, además de una donación voluntaria para el préstamo del local en el que la sesión tiene lugar. Me irrito pero no digo nada, pongo el dinero a regañadientes porque casi no lo tengo, y tomo un té que no deseo porque hace tanto frío en ese local sin calefacción en pleno invierno, que no encuentro otra forma de entrar en calor. Después no disfruto de la reunión en absoluto, ya que la cafeína me sienta mal y estoy preocupade por ese gasto innecesario que no me puedo permitir.

Segunda reunión y nueva tarifa: las 20 coronas ya no son suficientes para la compra de cafés, tés, panes y queso, por lo que ahora hay que poner 40 coronas. Por supuesto, además la donación para el local sigue en pie. A duras penas reúno el dinero necesario y pago por mi visita, que se suponía que iba a ser gratuita, y con ello pago por los cafés, leches, tés, panes y quesos que no puedo consumir, ya que como vegane no cafeínovora, no hay nada para mí.

Tercera reunión, nuevo local y, sorpresa sorpresa, nueva tarifa. Ahora tampoco es suficiente con las 40 coronas. Como hay menos participantes, hay que pagar 50 coronas además de una donación para comprar flores de regalo a les dueñes del nuevo local. Con ello, esta visita cuesta más dinero del que tengo, así que pongo 40 coronas y me voy frustrade pensando que antes de la próxima sesión tengo que decir algo.

La tarde anterior a la cuarta reunión llega un nuevo email diciendo que esta vez hay que pagar 40 coronas por los snacks más 20 coronas por las flores, por persona por sesión. Escribo un sms a las dos organizadoras del grupo explicando que no tengo 60 coronas y que por lo tanto, yo llevo mi propia comida y bebida, además de no querer contribuir a comprar flores por un local que yo no he elegido para que ellas puedan mantener el buen contacto con les propietaries. Además explico que me parece inapropiado que en una terapia gratuita se cobre y se cree un ambiente en el que no es posible oponerse porque, en el modo en el que es formulado, 60 coronas para la mayoría es una cantidad insignificante.

Pasan las horas sin respuesta y me acuesto. Por la mañana veo que tengo un email diciendo "gracias por tu email y hablamos en la reunión". Ya me huelo lo peor.

Llego a la reunión y lo primero que sucede es eso mismo que ya había escrito en el sms: se banaliza el hecho de que participar cuesta SOLO 60 coronas y se da por hecho que todo el mundo es capaz de pagar esa cantidad. Se explica sin pedirme permiso que yo me he quejado por email diciendo que no podía pagarlo y se le pide a les demás participantes que opinen si es justo o no pagar esas "insignificantes 60 coronas". Y así me toca aguantar una ronda por turnos en la que todes dicen que les parece bien y una cantidad pequeña, incluso cuando otra persona añade no poder pagar este mes y recibe como respuesta que puede pagar por transferencia el mes siguiente "igual que su compañera que tampoco pudo pagar la última vez" y que no está presente, a saber por qué. Curiosamente, ni esos comentarios hacen que comprendan que 60 coronas aparentemente es más que una nimiedad insignificante para algunas personas en el grupo. Llega mi turno y explico que la ronda es ridícula, que de nada sirve preguntar si a la gente le parece bien. Se vuelve a insistir en que son solo 60 coronas y cuando digo que no puedo pagarlo, se me dice que es una pena, pero que entonces no puedo participar. Otres participantes ofrecen pagar por mí y eso a las terapeutas les parece bien, con tal de que el dinero aparezca es igual de dónde proceda ni cómo se haya conseguido. Pero es una cuestión de principios. En un grupo que invita a personas sin medios económicos, no se pueden cambiar las reglas cuando ya tienes a las personas en el local. No se puede ridiculizar una cantidad, por pequeña que sea. No se puede decir desde una supuesta posición de izquierdas y queer que "vivimos en una sociedad capitalista" y que "yo como organizadore no soy responsable de que tú seas capaz de reunir el dinero". No se puede hablar de sí misme con un "yo tampoco soy rique porque no tengo una consulta en Strandvejen" (como si dijera La Moncloa) cuando alguien te dice que no puede pagar dinero en algo que es gratuito. No se puede hacer público el estatus económico de una persona sin obtener su permiso. No se puede apuntar con el dedo diciendo quién no tiene dinero para pagar y quién está creando un problema que ni siquiera existe porque la cantidad es una bagatela. No se puede pedir a les demás que cubran la parte "dele pobre". No se puede decir que "las cosas son así" cuando está en tu mano que no lo sean. No se puede obligar a la persona sin dinero a aparecer en la reunión cuando te ha dicho que no puede pagar y tú no quieres que se quede si no paga. No se puede humillar a alguien por no tener los mismos privilegios que tú.

Así pues, ¿cuál es el límite máximo, cuándo estamos hablando de una cantidad de dinero insignificante, cuándo es una nimiedad, una bagatela? En mi fantasía imaginaría que es si ese concepto fuera necesario, que ni siquiera lo creo, tendría que ser determinado por la persona con el menor poder económico en el grupo. Una cantidad nimia sería esa que ele más pobre puede pagar sin que le cueste ningún esfuerzo. Pero la realidad es muy diferente. En la sociedad en general una cantidad nimia es la que la clase media determina. En esta sociedad danesa, tanto la cantidad de gente perteneciente a esa clase media como la cantidad de dinero que es nímia, son más altas. No obstante, lo que a mí me resulta más escandaloso es que incluso en los grupos de izquierda, en los grupos que se creen incluyentes, en los grupos que dicen tener una perspectiva queer y/o crítica con las normas sociales, estas cantidades son las mismas. Porque en realidad esos grupos también están dominados por gente con privilegios de clase media y economías de nivel danés.


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17 de abril de 2013

Queers que cobran

Existe una diferencia enorme entre la experiencia de las personas que se agrupan bajo una identidad queer o un método de análisis queer/crítico con las normas. 

Por un lado están aquelles que por el hecho de ser/hacer queers reciben dinero. Son eses que tienen acceso a un trabajo remunerado en relación con sus intereses. Eses que tienen una apariencia física que les aporta estatus de queer del modo adecuado. Eses que tienen una educación y un lenguaje que les permite lucrarse de sus conocimientos sobre heteronormatividad, cishomonormatividad, pedagogía crítica y demás. Eses que cuentan con una red de contactos que les abre puertas en los sitios adecuados en lugar de cerrárselas. Eses que consiguen (porque probablemente lo tienen desde el inicio) un estatus social y económico que hace que sean escuchades. Eses que no formulan los aspectos más problemáticos, que no reaccionan de forma inaceptable, que aceptan una solución intermedia, que llegan a un compromiso porque "por algún lugar hay que empezar" o porque "es mejor este pequeño paso que satisface a unes cuantes que no hacer nada". Eses que tienen una comunidad queer a su alrededor... Son eses a les que a mí por momentos me dan ganas de identificar como "hipster queers"

Por otro lado están aquelles que por el hecho de ser/hacer queers reciben palos, a menudo físicos y como mínimo verbales, psíquicos, sociales. Son eses que, debido a su aspecto físico no son capaces de conseguir un trabajo remunerado, y mucho menos un trabajo que tenga que ver con su condición de queers o sus intereses y conocimiento en areas relacionadas con sexualidad y género. Eses que construyen su identidad aparentemente del modo inadecuado y son castigades por ello tanto dentro como fuera del ambiente LGBTQI+. Eses que en lugar de crearse una lista de contactos dispuestes a ser utilizades para abrirles puertas, lo que van adquiriendo con el paso del tiempo es una siempre creciente lista de enemigues y lugares a los que no pueden acceder. Eses a les que se les lee una raza, una etnia, una cultura, un género, una religión, una clase social, un tipo de cuerpo, una edad, una capacidad física y/o mental, un nivel de educación, un lenguaje, una experiencia laboral, una situación familiar, un domicilio en un gueto o la falta del mismo, una higiene, un consumo de alguna sustancia no considerada aceptable... y esa lectura siempre conlleva una pérdida de estatus económico y social (que ya inicialmente probablemente era bajo) y por ello que no sean escuchades. Eses que con sus vidas, sus acciones, su presencia, su forma de comunicarse, su visión crítica intransigente, su mera existencia suponen un desafio a la existencia de les otres queers, una mancha en la comunidad LGBTQI+. Eses que al mismo tiempo son usades como ejemplo, tokenizados, abusades en nombre de la diversidad, de una perspectiva queer, de la dichosa apertura y representatividad, tanto por les miembres más mainstream de la comunidad LGBT+ como por les "queers" del primer grupo. Eses que están aislades, que no tienen comunidades que les apoyen o les incluyen, que se tienen que mover en ambientes en los que encuentran resistencia... Son eses que para mí encarnan en sus propios cuerpos las consecuencias de una identidad, subjetividad y/o método queers. 

Por supuesto que esta división no es estricta ni constante. Una persona puede moverse de una posición a otra una o varias veces a lo largo de su vida. Un grupo puede acceder a un estatus que inicialmente le era negado, o perderlo. Del mismo modo una persona  puede ser leída como pertenenciente al grupo inicial en algunos contextos y al segundo grupo en otros, igual que puede combinar en diferentes relaciones elementos de ambos grupos. No obstante, veo una clara tendencia a que las personas que pertenecen al segundo grupo por lo general no sean capaces de acceder a elementos del primero, y sus posiciones se vean cada vez más fijas en ser aquelles que reciben palos.

Por supuesto que también existen diferencias internas en ambos grupos. Entre les del primer grupo, para mí no hay duda de que algunes son queers como estilo de vida, igual que podrían haber sido hippies en los sesenta o yuppies en los ochenta, son eses queers sin política, sin análisis crítico, sin visión alguna de sus propios privilegios o de las consecuencias de sus acciones. Y luego están eses otres que hacen queer desde una posición que inicialmente es tan privilegiada que les permite elegir según su conveniencia los elementos y los momentos en los que deciden realizar sus luchas o mostrar sus identidades, subjetividades o ideas "queer", y solo por lo general en la forma y el nivel en el que lo desean, siendo por supuesto ciegues a una gran parte de sus privilegios y minimizando o negando el impacto negativo de muchas de sus acciones y su apropiación de experiencias que no les corresponden. Vamos, aquelles que hacen política desde lo alto, que por lo general excluye a les menos privilegiades. Aquelles que se dejan corromper por el sistema y sus propios privilegios, y que por lo general lo niegan.

Entre les del segundo grupo, también hay diferencias. Existen sin duda diferentes grados de marginación, isolación, acoso, discriminación, violencia. Existe una jerarquía entre los distintos elementos por los que se reciben esos palos. No es lo mismo no tener acceso a un trabajo que te guste que no tener acceso a una vivienda y tener que mear en la calle y oler desde lejos porque no puedes lavarte. Algunos elementos son más visibles que otros. Algunos elementos son más constantes que otros. Al mismo tiempo, existe también una clara diferencia entre les integrantes de este segundo grupo con conciencia de ser o hacer queer, y aquelles que ni siquiera saben que sus palos vienen también por ser o hacer queer. 

Sin duda, todas las personas que de algún modo viven, se identifican, actúan, son, piensan o lo que sea de forma no normativa dentro del espectro queer tienen experiencias en las que han sufrido queerfobia, homofobia, a menudo también transfobia, bifobia, intersexfobia y todas las demás formas de discriminación, desde sexismo hasta clasismo. Pero lo cierto es que me estoy cansando de ver que las únicas personas con voz dentro de la comunidad queer en realidad son las más privilegiadas, y las que por lo general viven todas estas fobias e ismos en un grado ínfimo en comparación con aquelles que no son visibles y en cuyo nombre se habla. 


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3 de abril de 2013

Privilegio heterosexual y bisexualidad

Las personas que se identifican como bisexuales disfrutan del privilegio heterosexual.

Y ahora todes a gritarme. ¡QUÉEEEEE! ¡Bifobia! ¡Horror! ¡Una persona que no se identifica como bisexual quiere definir la realidad bisexual! ¡Privilegios heterosexuales yo! ¡¿De qué vas!?

Pero después de desahogaros, permitidme explicarme. Lo sé, lo que he dicho sé que va contra las reglas de la comunidad bisexual. Y sin embargo, después de todo este tiempo cada vez estoy más convencide de que tengo argumentos suficientes para afirmar semejante postulado.

Partiendo de mi propia experiencia, sé que cuando me identificaba como bisexual podía acceder en ocasiones a privilegios reservados a las personas heterosexuales a los que no podía acceder en otras ocasiones en las que también me identificaba como bisexual. Sé que no siempre era voluntario, pero también que en algunas circunstancias era de forma intencionada. Y sé que en muchas otras ni siquiera era consciente de tener semejantes privilegios (como suele suceder, ya que suelen ser invisibles para quienes los tienen). Así que como bisexual he tenido una clara experiencia de acceder a privilegios heterosexuales, y en bastantes momentos de haberlo elegido.

Campaña bisexual negando el privilegio heterosexual 
entre les bisexuales. No se han parado a pensar que 
tal vez los problemas que afectan a las personas 
fotografiadas no tienen siempre relación con la falta 
de privilegio heterosexual, sino con la falta 
de privilegio cis, de privilegio de clase, de privilegio 
de cuerpo y estilo normativos y demás.
Esto, como digo, va en contra del dogma bi. Aparentemente para ser une "verdadere activista bi" hay que negar este acceso ocasional al privilegio heterosexual. Los motivos que esgrimen en la comunidad bi tienen que ver con insistir en separar las dos identidades. Vamos, que une heterosexual es heterosexual el 100% del tiempo y une bisexual es bisexual el 100% del tiempo, nada de un 40% homosexual o un 93% heterosexual. Y vale, muy bien, les bisexuales son 100% bisexuales todo el tiempo si así se identifican, pero, ¿acaso eso es igual a no ser leídes como heterosexuales o como homosexuales en muchas ocasiones? ¿Acaso eso es igual a no disfrutar de los privilegios de otras identidades? Para mí sin duda no. Y en mi experiencia personal no lo he vivido así.

También sé que el motivo por el que se lucha contra la expresión de esa experiencia que expongo aquí tiene que ver con los problemas de invisibilización y negación que sufren las identidades no monosexuales. Una persona con identidad bisexual no disfruta de forma permanente y constante del privilegio heterosexual, y en principio nunca del privilegio monosexual, además de sufrir varios tipos de fobias, entre ellas una especialmente dirigida hacia ella: la bifobia. Tiene que combatir la negación de su identidad, su invisilización, la marginación de su sexualidad, de su experiencia, de su pasado, de su presente y demás. Ya lo sé.

Pero la bifobia, la invisibilización y el carecer teóricamente siempre del privilegio monosexual no pueden ser pretextos que motiven la negación de la existencia de un privilegio al que que se tiene acceso. Para mí hay un problema en la política bisexual que, por no caer en tópicos y estereotipos y por combatir esos problemas inherentes que encuentra, decide negar vivencias que son evidentes (y reales) para una gran parte de les integrantes de la propia comunidad, y también que son visibles para sus aliades de otras comunidades bajo el abanico no cisheteronormativo.

Negar el privilegio heterosexual tiene para mí consecuencias nefastas. Una evidente es que lleva a que muchas personas con identidades homosexuales desconfíen de la política bisexual. Les que se entienden como homosexuales por lo general opinan que elles no disfrutan con la misma facilidad del acceso al privilegio heterosexual que las personas bisexuales. Como personas desprivilegiadas en cuanto a ese privilegio es comprensible que desconfíen de aquelles que niegan que lo tienen, cuando resulta visible que no es así.

Y sí, las personas homosexuales tienen acceso al privilegio heterosexual en determinadas circunstancias, pero por lo general no en el mismo grado que las personas bisexuales. El hecho de que disfruten por otra parte del privilegio monosexual, igual que lo hacen las personas que se identifican como heterosexuales, no es un motivo para que se niegue su posición desprivilegiada en cuanto al privilegio heterosexual, también en una comparación con las personas bisexuales. 

Aunque, como digo, las personas homosexuales no creo que accedan necesariamente todo el tiempo y de forma permanente al privilegio monosexual, del mismo modo que tampoco creo que a las personas bisexuales se les niegue todo el tiempo y de forma permanente semejante acceso.

Una cosa que me llama la atención de todas estas políticas identitarias y que no veo nombrado en los textos que leo es esa forma de entender los privilegios de forma estática, igual que hacen con las identidades. Un privilegio aparentemente se tiene o no se tiene. Y si se tiene, se tiene todo el tiempo, en toda situación, en todas las relaciones. Y si la experiencia para algunes muestra que no es así, es igual, porque el caso es que por principio ese privilegio pertenece de forma estática a esa identidad, que también es estática.

Así, desde la política bisexual se trabaja con este esquema:

bisexual = falta de privilegios
heterosexual = privilegio heterosexual y privilegio monosexual
homosexual = privilegio monosexual

Y desde la política homosexual se trabaja desde este otro:

homosexual = falta de privilegios
heterosexual = privilegio heterosexual
bisexual = privilegio heterosexual

Olvidando todes, por supuesto, aquellos otros privilegios que en la imaginación del movimiento mainstream (que en sí es cisexista, racista, clasista, nacionalista, pro-monógamo, etc.) todes sus miembres aparentemente comparten (por mucho que no sea así), como el privilegio cis, el privilegio blanco, etc.

Los privilegios son así pues estáticos en vez de situacionales, temporales, relacionales.

Con ello veo que surge otro problema. Aparentemente en esta visión estática, ambos grupos encuentran al enemigo común (y con razón) entre les heterosexuales. Pero luego las diferencias surgen. Si el acceso a un privilegio tiene que ser constante, les bisexuales negarán que tienen privilegio heterosexual, igual que muches homosexuales niegan que tienen privilegio monosexual (si es que conocen la palabra). Pero yo quiero insistir aquí en el hecho de no poder disfrutar de un privilegio todo el tiempo, en toda situación y en todas las relaciones, no es lo mismo que no disfrutarlo. En mi óptica más bien es una cuestión de grado.

Así creo que las personas que usan políticas identitarias se beneficiarían de utilizar un esquema como este:

heterosexual = privilegio heterosexual y privilegio monosexual virtualmente siempre
bisexual = privilegio heterosexual en grado variable y privilegio monosexual casi inexistente
homosexual = privilegio monosexual en grado variable y privilegio heterosexual casi inexistente

Acaba con el
privilegio heterosexual
Volviendo para terminar a mi experiencia... Cuando me identificaba como "bisexual", mientras tenía relaciones que desde fuera eran vistas como "heterosexuales", podía en muchas ocasiones elegir privilegios que no estaban disponibles para mí cuando tenía relaciones que desde fuera eran vistas como "homosexuales". En muchos casos ni lo elegía, simplemente sucedía. Cuando me identificaba como "homosexual", en algunos casos también podía acceder a privilegios reservados a les heterosexuales, o bien ocultando mi identidad o bien siendo leíde de forma errónea. ¿A quién le beneficia que niegue tales hechos? Desde luego no a les que carecen de forma virtualmente constante de ese privilegio. Pero tampoco a les bisexuales que desean ser conscientes de sus privilegios y crear una política más igualitaria, luchando entre otras cosas contra el privilegio heterosexual.

En lugar de seguir por los mismos derroteros, la política bisexual debería centrarse en combatir los elementos que crean problemas a las personas bisexuales: la bifobia, la invisibilización, el monosexismo. Pero no hacerlo a costa de negar privilegios a los que sí que tienen acceso y mostrar solidaridad con aquelles que realmente carecen de ellos.


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